martes, 10 de febrero de 2009

¿Sabes "Ver" Los Milagros?


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Milagros o no milagros, creamos o no en Dios, la fe es cosa sencilla de todos los dias, y este cuento bien lo resume.
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El sabio hacedor de milagros
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Tres personas iban caminando por un bosque: un sabio con fama de hacer milagros, un rico terrateniente del lugar y, detrás de ellos y escuchando la conversación, un joven alumno del sabio. Aprovechando que estaba en presencia del sabio, el poderoso terrateniente le dijo: - Me han dicho en el pueblo que eres muy poderoso, que incluso puedes hacer milagros. A lo que el sabio le respondió - Soy una persona vieja y cansada. Amo ¿crees que podrí­a hacer milagros?
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Pero el hacendado insistía:- Me han contado que sanas a los enfermos, restituyes la vista a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos. Esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso. A lo que el sabio repuso:-¿Te referias a eso? Pues bien, tu lo has dicho: esos milagros solo los puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo. Esos milagros los realiza Dios; yo solo pido que se conceda un favor para el enfermo. Todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
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Pero el hombre con fortuna le pidió: - Quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que haces. Muestrame un milagro para que pueda creer en tu Dios.. - Esta mañana, ¿volvio a salir el sol?-, le preguntó el sabio. - ­ ¡claro que si!- Pues ahi­ tienes un milagro. El milagro de la luz.
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- No, yo quiero ver un VERDADERO milagro -protestó el hombre rico: oculta el sol, saca agua de una piedra. Mira: hay un conejo herido junto al camino. Traelo y sana sus heridas. El sabio le volvió a preguntar: - ¿Quieres un verdadero milagro? Bien. ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos di­as? - ­! Es varon y es mi primogenito. - Ahi­ tienes el segundo milagro. El milagro de la vida.
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- Sabio -replicó el terrateniente- , tu no me entiendes. Quiero ver un verdadero milagro. Y el sabio inquirió: - ¿Acaso no estamos en época de cosecha? ¿No hay trigo y sorgo donde hace unos meses solo habí­a tierra?- Si -respondio el hombre rico-, igual que todos los años. - Pues ahi tienes el tercer milagro.
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- Creo que no me he explicado; lo que yo quiero... Pero antes de que pudiera terminar, el sabio lo interrumpió: - Te has explicado bien. Yo ya hice todo lo que podi­a hacer por ti. Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte. Luego de escuchar estas palabras, el poderoso terrateniente se retiró muy contrariado por no haber encontrado lo que buscaba.El sabio y su alumno se quedaron parados a un lado, y cuando el hacendado ya estaba muy lejos y ya no podia verlos, el sabio levanto al conejo, soplo sobre el y sus heridas quedaron curadas. El joven estaba algo desconcertado:- Maestro; te he visto hacer milagros como este casi todos los di­as. ¿Por que te negaste a mostrarle uno al caballero? ¿Por que lo haces ahora que no puede verlo? El sabio demostró su sabiduria, una vez mas:
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- Lo que el buscaba no era un milagro, era un espectaculo. Le mostre tres milagros y no pudo verlos. Para ser rey, antes hay que ser pri­ncipe; para ser maestro antes hay que ser alumno. No puedes pedir grandes milagros si no has aprendido a valorar los pequeños prodigios cotidianos.
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El dia en que aprendas a reconocer a Dios en ellos, ese di­a comprenderas que no necesitas mas milagros que los que Dios te da todos los dias, sin que tu se los hayas pedido.

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