viernes, 1 de febrero de 2008

En la busqueda del conocimiento

Érase una vez un alumno que tomó un maestro. El maestro con su perspicacia, era capaz de ver que la mente del alumno todavía no estaba preparada para aprender, sino que estaba llena de egoismo, vanidad e ignorancia. El maestro ofreció una taza de té al alumno. Siguió vertiendo mas y mas te hasta que lleno toda la taza y el te siguió derramándose. Enfadado y sorprendido, el alumno gritó: “Está derramando el té en mi mano”.Entonces el maestro contestó “Esta taza es como su mente, ya esta llena. Vacíe la taza de su mente, para que pueda volver a llenarla de conocimientos”

En la antigüedad los alumnos se acercaban a sus profesores con mucha humildad y paciencia. Hoy en día tendemos a buscar resultados inmediatos. Queremos cambios rápidos, una píldora mágica para la meditación instantánea. La naturaleza nos enseña que todo proceso de crecimiento lleva su tiempo y requiere de una gran paciencia. En la vida espiritual no existen los atajos.

La relación entre un maestro y su alumno se basa en el respeto, el cariño y el entendimiento espiritual. Es íntima y sagrada. Querrá abrir su corazón a su profesor, y esta capacidad de confiar y abrirse acelerara mucho su progreso espiritual. El papel del maestro es orientar, animar y apoyar con cariño a su alumno. No obstante, no puede hacer el trabajo por el, el trabajo de elevar la mente es cosa suya.

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